Acabas de salir por la puerta,
y la habitación se ha vuelto a quedar helada.
A oscuras, dormitando, desierta.
Apenas has comenzado a bajar las escaleras,
las paredes han comenzado a derrumbarse,
el suelo a temblar y a romperse.
Ya estás cogiendo el metro,
y el edificio empieza a dar muestras de derrumbe,
llueven cascotes, todos piden auxilio.
Te has marchado, y todo se ha ido contigo.
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