Nunca me gustaron los cambios.
La historia que yo escribo,
rara vez tiene giros de guión.
Claro, que jamás los rechacé si los hubo,
aposté por ellos y gané,
no tengo claro el qué, pero gané.
A veces pienso que debería dejarme llevar,
ser cómo tú, dejar que pase,
aprender a correr a favor del viento.
Otras veces, echo la llave y lo dejo aparcado,
que no me dañe, que no me afecte,
enseñarme a mi mismo que es mejor lo malo conocido.
Pero pocas, y cuando digo pocas quiero decir pocas,
me marcan una corazonada,
y deciden por mi que es hora de caminar sin prisas.
Y es que al fin y al cabo, lo importante no es el destino,
ni siquiera el objetivo.
Lo importante es disfrutar aunque nunca se llegue a Ítaca.
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