lunes, 19 de diciembre de 2011

Es la falta de sueños lo que me está matando.


Nunca he sido de llorar en público,
ni en privado,
ni en pareja,
pero todos somos igual de valientes en nuestra casa.

Me duelen los sueños que no tengo,
los paisajes,
los anhelos,
los objetivos que he perdido.
Los instantes de frustración,
las palabras de despedida,
las decisiones difíciles,
la falta de hombros,
el exceso de humanidad,
lo frío de las noches,
los monólogos interiores,
el camino lleno de hojas y ramas en el hoy que escribo esto.

Los músicos callejeros tocan las canciones a mi paso,
y a mi me espera una templada habitación de hotel.
Pero no la quiero.
No la quiero porque la acepto fingiendo una sonrisa,
la que no tengo,
la que me obligo a tener,
porque todos cambian sus prioridades y no me incluyen,
y yo las cambio, y no quiero incluirlos mas.
Aquí no hay nada que me ate,
y eso me aterra,
me aterra el chillar monótono de la mediocridad constante,
me aterra agarrarme otra vez a la falsa estabilidad,
de confundir sentimientos,
de querer repetirlos, revolcarlos y volverlos a vomitar.
De la bipolaridad constante y el enfado caprichoso con el mundo.

La del niño que ha perdido su globo, y desnuda su rostro a lágrima viva.
Y patalea, y estalla. Luego no era nada.
No quiero ser ese idiota con falta de carácter que sobra en las fiestas.
Que se preocupa por la opinión ajena.
Que no mira por la sencillez ni abraza lo simple de un sincero gracias.
No quiero ser ese monstruo estéril y estúpido.
En el que no puedes confiar, porque el no confía en si mismo por timidez,
y por falta de fé en si mismo y en su futuro.
Porque está hecho una mierda,
y ya no sabe ni como salir.

Empecé a escribir este blog porque no podía dormir,
pero es la falta de sueños lo que me mata por dentro.

3 comentarios:

  1. No sé muy bien como he llegado aquí, pero curiosamente ha sido llorando...yo siempre he sido de llorar: en público, en privado y en pareja. En cambio, soy cobarde en casa. Y lo que a mí me duele y me está matando (y no solo por dentro) son los sueños que tengo. Y es cierto que me ayudan a dormir, pero siempre me acaban despertando pesadillas, unas en las que mis sueños nunca llegarán a cumplirse, y en otras, las más terribles, en las que se cumplen.
    Yo sigo tengo mucho que me ata, y también me aterra.
    Llorando, sin llorar,
    con sueños o sin ellos,
    atrapados o libres,
    nos empeñamos en matarnos por dentro.

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  2. Nos empeñamos en matarnos porque siempre creemos que lo mejor está por venir.
    Cuando valoramos las pequeñas cosas y las decisiones mas estúpidas, al final acabamos dándonos cuenta de que no estamos tan mal.

    Hace tiempo oí una frase:
    "Nadie debe elegir si merece tus lágrimas, eso es algo que solo te pertenece a tí"

    No dejes de llorar o si, pero solo si es de tu elección. A veces los sueños están tan cerca como todo lo que estés dispuesto a dar por ellos.

    Gracias por pasarte por aquí.

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  3. Sabes?
    Se me ha muerto un sueño.

    Seguiré pasando por aquí.

    Beso

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