martes, 8 de mayo de 2012

La rutina de la improvisación.



Desde aquí arriba todo se ve lejano.
No se distingue el ruido de las olas, ni el sabor a sal.
Dan las cuatro de la tarde desde la salinas,
las sabanas siguen ondeando al vaivén del levante.

El cielo amenaza lluvia, aquí siempre llueve,
los áloes se agolpan al principio de la playa,
-junto al paseo marítimo que el desnivel tapa-
 decorando las infinitas traviesas de madera desgastada.

A fuera todo es siesta y carreteras,
todas secundarias y llenas de clubes de alterne.
Aún llevas el bañador puesto, y el vestido se te ciñe con la brisa,
me sé tu perfil de memoria.

Dices que nunca recuerdo los buenos momentos,
pero a veces los míos son distintos a los tuyos.


No hay comentarios:

Publicar un comentario