viernes, 28 de diciembre de 2012

Debería estar prohibido.



Debería estar prohibido aparecer así,
sin anunciarte, con el mayor de los sigilos.
Irrumpir en la vida de alguien sin avisar,
poniendo patas arriba todo en lo que cree.

Debería estar prohibido tu secuestro,
el que haces con mis manos en tu sexo.
Cambiar los aires con tu viento fresco,
que huele a sal, que es un incendio.

Debería estar prohibido echar de menos,
y el color de tus labios y tu olor intenso.
Vaciar y dejarme exhausto con cada beso,
dejarme embriagado, sin aliento.

Deberían estar prohibidos tus ojos,
el brillo ocre y el mirar magnético.
Romperme y construirme entero,
entrar en mi vida desnudándome los complejos.

Deberían estar prohibidos los kilómetros,
los de palabra y los de anhelo.
Alargar los segundos en años bisiestos,
y así día tras día, maldecir al reloj,
a la noche y al tiempo.

Elia en la encrucijada.



"Me suenan las risas a lo lejos y me recuerdan lo efímero de los momentos, lo fútil de los nuevos recuerdos y la penosa impaciencia de crear historias juntos. Lo paralelo de dos vidas al tiempo y la desconexión inevitable, programada, por culpa de la falta de código, de tu obligación binaria.

El reloj marca pesado con eco las olas y rítmicamente acompasa tus pasos hacia el horizonte, hacia la lejanía asíncrona y desaturada del presente, que ahora es pasado, ahora olvido y a cada latido mas hueco, mas distante y menos sincero.
Y que poco a poco , subitamente, se transforma en nostalgia.

Intentas malear la distancia, hacerla plástica y accesible, pero el frío de Diciembre mata todo y bloquea cada partícula, haciendo de los implacables kilómetros de sentimientos la tundra dónde todos perecen, de dónde nadie vuelve y todo es noche, infinita y sin brillo."

Elia camina y esboza las lágrimas de su huida, aprieta los puños y deshace el equipaje entre suspiros que son puñales, para luego volver a colocar todo de nuevo, milimétricamente, cómo si entretenerse con tareas tediosas cómo esta le hiciera olvidar por un instante que está sola, aunque no lo esté.
Entre sus vestidos mete varios cuadernos y agendas de colores, todas dedicadas a organizar el tiempo que ahora le sobra y no quisiera, ojalá le sirvan para escribir nuevos cuentos en su caminar por los senderos.

Una vez mas, echará de menos el mar que aunque siempre la despertaba embravecido le daba la calma que necesitaba cuando las cosas se volvían contra ella, un abrazo salino e infantil que hacía que olvidara todo.
"Que mas da" dice cuando su madre le recuerda que es invierno, Elia piensa que la lejanía abriga a veces mejor que la mas caliente de las chaquetas.

Se sienta en la maleta en la entrada de su casa, que ahora es la salida, sabedora de que es su último momento de arrepentimiento, que podría deshacer las rabietas y disfrutar de los momentos, que siempre hay espacio para algo mas. Sabe que no es una decisión que se tome con el pensamiento, si no que las cosas que giran tu veleta trabajan mucho mas abajo, en el inconsciente, en el sentimiento.
Apesadumbrada por su destino decide en un segundo lo que pasará en los siguientes, Elia es realista y apuesta que tarde o temprano la valentía y complicidad acabarán combatiendo contra su orgullo.


Por cada



Por cada sombra lejana, 
hay un cementerio de huesos,
lleno de tumbas vacías,
con lápidas escritas con mentiras,
cómo las palabras que se dicen sin sentir,
cómo los decálogos vacíos de gestos,
 y de besos que se ahogan,
que gritan de fuera hacia dentro. 

Mientras tanto Elia recorre la playa mojándose los pies 
preguntándose quién pintó las nubes y porqué las borra cuando mas le hacen falta.

miércoles, 26 de diciembre de 2012

No sé


No se porque pague la entrada de aquel concierto,
si sólo escuché tus notas.
Ni porqué me estoy acabando esta copa,
si el vino solo me sabe en tus labios.
Tampoco se porque me deje ver anoche en tu casa,
ni el porque me vuelvo nocturno cuando me faltas.

Pudiera ser que me estuviera volviendo loco,
que hubiera dejado de creer en nuestra obsolescencia,
para correr y no encontrarnos con la meta,
más rápidos que las tardes,
que los años de adolescencia,
que las sonrisas fugaces.

Que porfin este ensimismado extendiendo mi complicidad,
repasando tus dedos como pinceles minúsculos,
disolviendo el tedio diario,
deshaciendo la cama,
rodeando tus besos,
pintándonos la cara a gritos sinceros,
sudados,
llenos de vida y sexo,
sin inseguridades ni prisas
 ni miedos.

Solo sueños
y ganas de seguir soñándolos -juntos-
despiertos.




sábado, 8 de diciembre de 2012

Dices


Dices que me quieres, 
que eres capaz de romper todos mis silencios.
Dices que no te atan banderas,
ni fronteras ni recuerdos,
que sabes lo que soy,
que me quieres por eso.
Y yo lo sé, o eso dices.

Dices que lo sientes, 
que nunca pensaste en esto.
Dices que quieres besarme las manos
y el cuello.
Dices que quieres acariciarme el pelo.
Que te gusta coquetear con los ojos,
-que me deseas-
Pero ya no se que dices,
No se qué estarás diciendo.

Dices y pintas indecisión con tus labios,
borrando las huellas de las noches,
destilando quizás y esperando,
A qué te llame o que te diga,
O que decida o que desista,
Pero yo no prometo ni digo,
Simplemente hago.