En la noche de la media luna y las flores malvas, regresó el eco del corazón exhausto.
Que tras viajar tanteando cada paso extraño, escribió su epílogo silente, en pedazos.
"Me dejé llevar por el presente y el latido."
Y tan profundo fue el rasgar de la plata en el pecho,
que cada sueño le huele a sangre y las lagrimas a acero negro.
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