miércoles, 3 de agosto de 2011

De la nada.

Recibió un adios repentino.

Un beso en los labios de otro.

Un silencio.

Un silencio grave.

Yermo y grave.

Roto por los llantos de los momentos de su ausencia que lo rodeaban.

Ausencia acompañada.

Acompañada de unos segundos.

De una mirada que lo apuñaló.

De una maleta repleta de mensajes incompletos.

De su casa vacía, y ahora desierta.

De un algo que los marcó para siempre.

De un algo que ahora era nada.

Pero que de haberles preguntado, habrían dicho que fue infinito.

Que lo fue.

Cómo lo era ahora.

Porque si bien nunca mas se volvieron a encontrar.

Aquello fue infinito.

Del infinito a la nada.

De la nada a nada más que infinito.

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